«El lujo precario» (II)

Laboratorio Urbano (2004)

Segundo artículo de una serie de dos que describe de forma crítica los desarrollos urbanísticos recientes de la ciudad de Madrid. Colaboración con el periódico quincenal Diagonal ( nº0). Ver artículo en la pg.4 del pdf

2.- Análisis morfológico de los PAUs de Madrid.

En este segundo artículo sobre los nuevos barrios de Madrid, ofrecemos un análisis de los PAUs desde un punto de vista puramente morfológico. Las apreciaciones proceden de paseos desarrollados por los PAUs y por distintas zonas de la ciudad de Madrid; los números son gordos.

La manzana típica de un PAU es cerrada y mide en superficie aproximadamente una hectárea, 100×100 metros. Cada manzana tiene asignado un uso específico: vivienda protegida, vivienda libre, uso terciario o equipamiento de algún tipo. A cada manzana le corresponde un proyecto arquitectónico independiente, funcionando en la práctica cada una de ellas como una urbanización. Este modelo no debiera ser en sí mismo malo, conocemos numerosos ejemplos que siguiendo esta estrategia han obtenido, con sus limitaciones, resultados bastante interesantes (Alameda de Osuna o Barrio de la Estrella, por ejemplo).

La relación de cada una de estas urbanizaciones con la calle es diversa: en la inmensa mayoría se distribuye la entrada a los distintos bloques desde el patio interior de manzana, reduciendo al mínimo el número de portales que dan a la calle (muchas manzanas tienen una sola entrada controlada por un puesto de seguridad); aparte de esta característica común, observamos que muchas optan por retranquear los edificios una pequeña distancia (unos 4m) con respecto de la acera, generando un jardín perimetral, en este caso el borde de la calle se materializa en un muro de unos 2-2,5 m, ciego, de setos o mixto; otras colocan los edificios al borde de la parcela, con ventanas en planta baja que dan bien a garajes, bien a cuartos trasteros o viviendas (estas ventanas aparecen siempre enrejadas); una tercera opción es la combinación de las dos anteriores con un cierto número de locales comerciales que miden un mínimo de unos 100 m2 y cuyo frente a calle rondaría los 10-15 m (estas dimensiones resultan excesivas para pequeños negocios).

Los edificios que pueblan estas manzanas se componen de la siguiente forma: planta baja (de 4 m de altura), cuerpo de unas seis o siete plantas (cada una de ellas mide unos 3 m de altura entresuelo y suelo) y cuerpo superior (áticos) de una o dos plantas (el total ronda las ocho alturas). Un cuerpo bajo de 4 m en calles tan anchas como las de los PAUs no logra generar el aspecto continuo de calle (los cuerpos bajos del ensanche tienen dos alturas, un mínimo de entre 6 y 8 metros, la altura de 4 metros para cuerpo bajo se produce en calles muy estrechas). Por otra parte, los bloques continuos de 100m son demasiado grandes para generar la variedad visual que se produce en cualquier calle construida a partir de manzanas divididas en parcelas de 20-30 m de frente.

Existen dos o tres tipos de calles, las más estrechas miden unos 15 m, las más anchas alcanzan los 30 m (aproximadamente lo mismo que la Gran Vía). Las calles anchas vienen a tener el siguiente aspecto: medianera ajardinada, un mínimo de dos carriles en cada sentido, bandas para el aparcamiento en batería, una zona ajardinada con árboles y arbustos y acera pisable (2,5-3m). Algunas calles llegan a tener hasta tres y cuatro carriles por sentido. Las calles más estrechas, algunas de un solo sentido, reducen de forma drástica el ancho de las aceras, renunciando a cualquier tipo de ajardinamiento o arbolado y manteniendo holgados carriles de circulación y el aparcamiento en batería. La longitud de las calles también varía, muy pocas veces es inferior a los 200 o 300 m y no son poco frecuentes las calles que miden 2 Km o más. Las calles asumen un patrón de sección (anchas o estrechas) y lo repiten a lo largo de toda su longitud, sin embargo, como hemos visto, el contacto con la manzana se produce de forma diferente en cada caso. Dadas estas condiciones, resulta muy complicado identificar una estructura pregnante que distinga entre calles principales (avenidas que conectan lugares de la ciudad), calles secundarias (con comercios domésticos, equipamientos de nivel barrio y menos tráfico) y pequeñas calles terciarias (de acceso a las viviendas, estrechas y cortas, pobladas de numerosos portales). Un ejemplo claro de esta secuencia sería Alberto Aguilera, Blasco de Garay, Francisco Ricci; caso típico del modelo con el que se construye toda la trama del ensanche madrileño.

Las calles se disponen según una retícula geométrica de formas simples. Los espacios públicos ocuparán manzanas completas, las zonas verdes (a excepción de las de borde) ocupan una o más manzanas (por lo tanto, nunca miden menos de una hectárea; la zona verde central de Sanchinarro mide unas 6 Ha). Los equipamientos se sitúan también uno por manzana, de su materialización física dependerá la existencia o no de verdaderos espacios públicos. No somos capaces de encontrar plazas propiamente dichas; cuando éstas aparecen denominadas como tales, corresponden a manzanas de zona verde, o al vacío generado por grandes rotondas, en cualquier caso espacios rodeados de una acera y vial rodado. Las dimensiones de estos parques-plaza-manzana, que segregan la trama del espacio público de la trama edificada, resultan excesivas. Grandes plazas de nivel metropolitano, como la de Santa Ana o el Dos de Mayo miden en torno a la media hectárea de superficie, y en ellas observamos diseños espaciales complejos, con ensanchamientos de calles, pequeñas preplazas, recovecos… (Madrid está lleno de pequeñas plazas, como la de San Ildefonso, que miden alrededor de 0,1-0,25 Ha); también podemos hablar de numerosos parques que miden no más de 1 Ha o 1,5 Ha de superficie (el Jardín Rastro, por ejemplo); los parques de mayor superficie cumplen funciones de conexión (se entra por un barrio y se sale por otro…). Cada PAU incorpora, en un intento por dotar a los desarrollos de elementos significativos, algunas actuaciones singulares como el espectacular edificio de viviendas con agujero de Sanchinarro.

Todos los nuevos desarrollos limitan con grandes infraestructuras viarias; los PAUs de Sanchinarro, Las Tablas y Montecarmelo son auténticas islas dentro de nudos de autopistas. El diseño de los bordes ha sido muy poco cuidadoso, en el caso del contacto con las infraestructuras es característico el parque lineal de borde, en este caso su diseño parece meramente residual (contrastan en su ancho y calidad con soluciones como el Parque Lineal de Palomeras), viéndose reducidos según aumentan las necesidades de las infraestructuras (reducción del parque lineal de Carabanchel a costa de nuevos carriles para la M-40). Las grandes infraestructuras se salvan con un catálogo bastante limitado de soluciones: pequeños pasadizos subterráneos o grandes estructuras aéreas o subterráneas, que a pesar de contener aceras cumplen una función primordialmente distribuidora del tráfico rodado; en cualquiera de los casos es muy difícil detectar el posible tramado de tejidos con calles importantes, plazas articuladoras, parques conectores… De esta forma, por ejemplo, la isla Sanchinarro queda totalmente segregada tanto del polígono de Manoteras y de Virgen del Cortijo, con los que comparte isla, como de Las Tablas, de Hortaleza y del futuro parque de Valdebebas, asimilable en superficie a la Casa de Campo y que quedan al otro lado de la NI, de la A10 y de la M40 respectivamente. Bravo Murillo, una calle de casi 3 Km de longitud es un claro ejemplo de estructura que vertebra multitud de tejidos diversos.

Entendemos que un barrio cumple esencialmente dos características: es un lugar más o menos autónomo (puedes realizar las actividades más cotidianas transladándote a pie) y fuertemente relacionado con todo lo que le rodea a través de piezas que trascienden lo doméstico y constituyen espacios importantes en la ciudad[1]; observando los PAUs resulta difícil imaginar cómo se cumplirán estas condiciones.


[1]Agustín Hernández Aja (2000) “La Ciudad Estructurada”; Biblioteca CF+S (Ciudades para un futuro más sostenible). Boletín nº 24.

Julio Alguacil (1995) “Veinticinco tesis sobre la complejidad del concepto de lo social en las intervenciones de vivienda pública”. Pensar la vivienda, Luis Cortés Alcalá (coord.); Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid, Talsa Ediciones, Madrid.


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