Exposición en el Centro de Artes Tomás y Valiente
9 de febrero – 1 de marzo de 2006
Siguiendo el paso pausado que nos ofrece la secuencia de las fotos, se adivina sin duda, esa tenue luz que nunca dejó de alumbrarme y de mantenerme en su temperatura, durante todos estos años de múltiples trabajos varios y un tanto dispersos. Al calor de ese pábilo de luz fueron surgiendo, uno tras otro, trabajosamente unas veces y otras con fluidez, casi siempre escuchando y siguiendo en silencio y en sinceridad los flujos que los mismos materiales me iban sugiriendo. Nunca escogí materiales en activo, vivos y exultantes de vida, con ellos sólo puedo congratularme de su gozosa existencia. Siempre me acerqué a los “ex…”, a los “exhombres de M. Gorki y al piano de G.A. Bécquer, a la silla desvencijada del contenedor y a los restos de un mueble o de un inmueble. A lo que fue y quiere y espera volver a ser.
Decimos: mientras hay vida, hay esperanza. Creo que es más: la vida ( la de la mínima hormiga, la de la perola magullada que yace en el basurero, la de los descartados de la sociedad… ), la vida quiere vivir, y, si puede ser, un poco mejor. Obligación de los humanos es el tratar de que sea así para todo y para todos.
Y así pasó, así fue un cuarto de siglo, entre realidades de la calle y del campo, entre sueños y esperanzas, que ahora están aquí.