Carcassonne – Capestang

Madrugamos lo necesario para estar los primeros en la puerta del taller, pero no lo somos.
Es un taller muy grande, rápidamente nos atienden. Nos ha tocado el mecánico ‘moderno’, un chico joven, con barba cuidada y lleno de tatuajes. Entiende rápidamente la avería y con la seguridad de quien sabe que podrá arreglarla se lleva la bici dentro.

Nerviosos recorremos la tienda como quien espera en un hospital por un familiar enfermo. Nos detenemos a ver con detalle una Genesis Croix de Fer 931 que reluce entre el resto de bicicletas. Pasan quince minutos y en mecánico sale sonriente sabiendo que nos va a dar una buena noticia, tenemos la bicicleta lista para continuar la ruta.

Ya en el canal los tramos en los que los árboles están siendo talados aumentan. Nos resulta muy difícil avanzar por estos caminos con nuestras bicicletas, vamos muy despacio botando sobre nuestros sillines, el sol está alto, no circula el aire y no tenemos sombra.

Llegamos a La Redorte y decidimos para a comer. Hemos puesto sobre media barra de pan abierta por la mitad, manzana, pepino, magro de cerdo y yogurt. Nos parece una receta redonda, satisfechos con nuestra creación, la bautizamos con el nombre del pueblo: ‘Tosta, La Redorte‘.

Tratamos de llenar nuestros botellines en lo que parecen unas fuentes destinadas a abastecer de agua a los barcos del canal, abrimos con dificultad el grifo, la fuente está seca. No deja de sorprendernos la falta de fuentes públicas en Francia. Pedimos agua en el mismo bar en el que decidimos tomar un par de cafés con hielo. El camino del canal está destrozando nuestra moral, nos ponemos de acuerdo en aventurarnos por una ruta de carreteras secundarias que improvisamos sobre la mesa del bar. Plegamos el mapa que se nos rompe entre las manos por los pliegues.

Por la carretera vamos lo más rápido que nos permite el viento en contra. El abundante tráfico, tampoco impide que disfrutemos del pedaleo.

Vemos la oportunidad de retomar el camino del canal en un pequeño pueblo, accedemos por un puente que se une con sus piedras a una casa de dos alturas. Estamos justo enfrente, hemos parado a refrescarnos con un poco de agua. El jardín nos dice que la casa está habitada por alguien con el suficiente arte como para entender que se puede convertir la génova de un velero en un toldo, y una bicicleta en un macetero.

Oímos desde cierta distancia como se acerca una barcaza de recreo. Patronea un hombre, va sin camiseta y seguramente borracho. Le acompañan cuatro chicas que, al ver que acelera en lugar de reducir al enfrentarse al puente, le jalean. Consigue pasar bajo el puente y lo celebran aunque una de las defensas salta por los aires como lo hacen las piedras pequeñas al ser disparadas por una rueda.

Los senderos se han vuelto estrechos y con raíces. Aún así, conseguimos mantener un buen ritmo, y aunque no lo decimos, los dos sabemos que estamos disfrutando mirando hipnotizados el suelo para evitar tropezar y salir disparados por encima de nuestros manillares.

Tenemos que desmontarnos, la deforestación justo a la entrada de Capestang está en su apogeo. El canal está siendo drenado, es inaccesible, pierde su fisonomía y nos encontramos con nuestras bicis en la mano caminando por un desvió improvisado sobre el almacenaje de sedimentos del canal.

Hemos llegado a Capestang con los calcetines cubiertos de polvo. El canal se sitúa en la parte alta del pueblo, extrañados vamos bajando a nuestro alojamiento Le Relai Bleu.

Aparcamos las bicis y aún con el casco puesto pedimos, sentados en la terraza, dos picon biére. Tenemos polvo en los labios, nos quitamos el casco y los guantes en el segundo trago.

Le Relais Bleu es una casa de comidas humilde, de las que el dueño hace las cuentas con calculadora, anotando en un cuaderno, sentado en una mesa a tu lado mientras sus hijas pequeñas juegan a ponerse y caminar con los zapatos de tacón de su madre.

Hemos pedido otras dos Picon Biére, nos gusta el sitio. Subimos por una escalera estrecha a la habitación para ducharnos. La ducha se encuentra pegada a una de las camas.

Nos duchamos, hemos colgado las mallas y bajamos a cenar hambrientos.

La formule dinner se ha convertido en un menú extenso que comemos sin dejar nada en el plato, bebemos vino, acabamos con los quesos que nos sirvieron de postre, tenemos un conversación larga que decidimos cortar para ir a visitar el pueblo.

Salimos sin más pretensión que bajar la cena y si se cruza la oportunidad tomar algo. Hemos dado dos vueltas completas al pueblo por diferentes calles, en las dos acabamos en la plaza principal. El pueblo está dormido, pero en el bar de la plaza los que parecen ser habituales se mezcla con turistas españoles viendo la final de la copa del rey Barça – Real Madrid. No entramos y buscando un camino alternativo nos retiramos.

 Fecha: 16-04-2014
 Recorrido: Carcassonne - Capestang
 Distancia: 78,74 kms.
 Dormir: Le Relai Bleu. 19 crs Belfort 34310 Capestang (04 67 93 31 26)